Dejar en la impunidad el genocidio no solo es ilegal, sino que supone banalizar el mal, que es un gran fracaso de la inteligencia, y nos deja en la más absoluta indefensión, sobre todo a las víctimas. Dejar sin castigo a los genocidas y sin derechos a las víctimas supone normalizar que el daño a lo más sagrado que tenemos como Humanidad es una forma legítima de solucionar los conflictos. Implica normalizar la barbarie. Nos expone a su repetición.
Podrán actuar sin compasión, intentar retorcer las leyes que prohíben en todo tiempo y lugar el genocidio, la tortura y los crímenes de guerra para que sus actos tengan apariencia de legalidad: como retorcieron la palabra “comunista” para que cupieran todos aquellos que entorpecían su proyecto político, hasta convertir en comunistas incluso a los bebés en los vientres de sus madres…
Pero no podrán detener la lucha imparable de los sobrevivientes, que junto con la memoria de las vidas que quisieron ser vividas y no matadas, han tomado la palabra para pedir –bien alto, de nuevo y hasta que llegue– que se haga justicia.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.