Lo que sucedió empieza a hacerse pasado, recuerdo, olvido. Por eso, hay que mantener la conciencia despierta para que el abismo entre el acontecimiento real y el acontecimiento histórico no se vuelva infranqueable.
El pueblo de Guatemala tiene derecho pleno a conocer la verdad. ¿Para qué sirve la verdad en estas circunstancias? Es cierto que puede despertar enconos y hasta ánimos dormidos de venganza. Depende cómo se formulen las certezas de lo ocurrido, convencidos de que no hay reconciliación posible sin un amplio acceso al conocimiento de los hechos que causaron sufrimiento a la población y que todavía mantienen la herida profunda, el recuerdo del horror causado. Ni el rencor ni el miedo pueden alimentar la concordia y el respeto mutuo entre ciudadanos que ahora aspiran a vivir en paz. La dignidad personal está en la base de una nueva época que todos queremos experimentar. La democracia no se fortalece enterrando la verdad u olvidándola compulsivamente. Hay que llegar, al final de este recorrido, al perdón y al olvido. Porque ellos son actos de la conciencia individual, plenos de la voluntad libremente ejercitada. Sólo se perdona o se olvida lo que se conoce plenamente.
Edelberto Torres-Rivas
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